domingo, 18 de diciembre de 2011

Se acercó con sigilo desde atrás confiando en que ella no notase su presencia. Frágilmente posó las manos sobre sus hombros y cuando ella se giró, besó sus labios cerrando los ojos como dejándose caer al vacío, temiendo en aquel instante el rechazo más rotundo. Y sin embargo el beso se prolongaba segundo tras segundo hasta que por fin ella se giró completamente y le rodeó con sus brazos abandonándose sin retorno a ese beso y a todo lo que conllevaba.
Una extraña mezcla de miedo y satisfacción por alcanzar lo deseado. Miedo por que a partir de ese momento ya nunca volverían a mirarse del mismo modo. Satisfacción porque ese beso se había demorado demasiado en el tiempo y ahora sabía a rencor e ingratitud, pero también a pasión y a deseo.
Abrió por fin los ojos queriendo encontar los de ella, y también ella abrió los suyos, en su caso temiendo encontrarse los de él. La magia había volado y ahora solo quedaba silencio. Intentó empezar a hablar pero las palabras no salían de su boca. Ella selló sus labios poniendo un dedo sobre ellos, le besó en la mejilla con un suspiro que parecía un sollozo. Se dio la vuelta y se fue.

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