Si yo paso los días con la mirada atenta en busca de aquellas personas que a mi ojos pueden llenar vacíos urgentes de llenar y no encuentro salvo decepción, ¿cómo es posible que en tan solo media hora en Internet me falten dedos en las manos? La respuesta es bien sencilla, porque uno de los dos mundos es falso. Uno de los dos es una quimera inventada por cada individuo para protegerse de Dios sabe qué condenándonos a ambos, a "él" y a mí a detestarnos cuando somos tan cercanos que resulta indigno el modo en que nos castigamos.
Y entonces entra en juego el viaje a toda velocidad por los axones que son las autopistas de mi mente para dirimir la cuestión clave, ¿cuál de los dos es el real?. ¿Lo que escribes, o lo que dejas ver al mundo?
¿Es realmente tan fácil escribir y escribir por bonito que suene y no ser nada? No lo creo, pero igualmente difícil es ser tan sumamente completo por dentro y mostrar al mundo facetas insustanciales o fingidas.
No me veo capaz de encontrar una respuesta satisfactoria a estas preguntas, así que me limito a observar, a leer y a continuar como hasta ahora, con la cada día más aterradora certeza de que todo es mentira.
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